25 DE NOVIEMBRE DE 2014

 

DÍA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

 

CARTA A UNA MUJER ASESINADA

(CON UNA YA ERA DEMASIADO)

 

 Nos hayamos un año más ante el día que nos muestra que casi no hemos avanzado. Un  día que no existiría si hubiese respeto e igualdad. No quiero ni pensar, aunque debo hacerlo, en cuantas habéis perdido la vida este año, me gustaría más pensar en que ya no sucede. Pero la realidad no es esa. ¿Verdad? Un año más pienso que con una ya es demasiado, pero la sociedad que me rodea parece que no lo ve, ni lo siente como yo.

Me gustaría decirte, que en parte entiendo como fue el proceso que desencadenó en dicho fin,  tu asesinato a manos de quién decía amarte. Pero ante todo, intentaré darle forma para que quien no lo ha sentido en su alma y su cuerpo, vislumbre una mínima parte de la cruda realidad.

 Por algo de lo vivido,  algo de lo observado, lo discernido tras tantas informaciones  y datos reales de otras que siguen vivas, aunque dañadas como muñecas rotas. Aunque solo a ti en mi fuero interno, te diré que parte de lo que sigue es mi propia experiencia de vida, para evitar dañar a otros, que no tienen culpa alguna y podrían sufrir.  Nada más lejos de mi intención, pues para ayudar a unos no hay que dañar a otros en el proceso.

   Confiaste en quien decía amarte como nadie lo haría jamás. Al principio el amor ocultaba un trasfondo que iba tomando forma, que cada vez se definía más. Ese alguien un día te insultó y pensaste... ¡Es el estrés del trabajo!

   En otra ocasión te vejó, pero decidiste que tenía un mal día. En la siguiente ocasión ya fue en público pero pensaste que era la presión. “Es que tiene tantas responsabilidades”.

   Un buen día te gritó, porque algo en casa no estaba  en su lugar y no le diste importancia,  decidiste pensar en que era culpa tuya al no haberlo hecho bien, lo disculpaste auto-culpándote. Otro día decidió que tu familia y la suya eran un incordio, que cuanto menos viniesen a casa mejor, pues “tú” ya tienes tu núcleo familiar que es “él”.

   En ese instante ya se gestó  tu aislamiento.

   Como tenéis hijos en ocasiones tenía celos del tiempo que les dedicabas, pero a la par como eran suyos,” tenían que estar en casa para atenderlos tú que para algo eras su madre, y era tu obligación”. Cuando los amigos iban a casa a cenar o comer eran unos gorrones y si os llamaban para salir nunca quería. “Mejor los dos en casa, que no necesitamos a nadie” Estoy convencida de que en mil momentos pensaste.

   -¿Cuándo dejé de verlos? ¿Cuándo dejaron de llamar? ¿Cuándo dejé de tener comidas familiares? ¿Cuándo dejaron de contar conmigo para tomar un café?”.

   -No dejaron de hacerlo. 

   Tú dejaste de contestar sus llamadas porque a él le molestaban, aunque a ti no. Dejaste de ir tomar un café con ellos porque él nunca quería ir. “Pobrecito, no lo voy a dejar solo en su día libre. Con lo trabajador que es. ¿Si voy sin él que van a decir? Ya no quería  llamadas de tu familia, ni amigos, ni nadie. La trampa se cerraba entorno a ti, ya solo tenías un micro-mundo,” el suyo”.

   Te llegaron los empujones, las violaciones aunque fuese tu pareja, los golpes, las humillaciones públicas que parecía que nadie quería ver.

   Pero seguías defendiéndolo, porque ya no tenías voluntad. Ya solo veías defectos en ti que él te decía tenías, ya no te querías ni respetabas a ti misma.

   Todas las penurias del mundo tenían un culpable, y esa culpable eras solo tú, porque tras el insulto, la humillación, las vejaciones, el golpe. Siempre sucedía lo mismo, te abrazaba, te decía que sin ti no era nadie, que lo hacías perder la razón, que te necesitaba más que a nadie y como no, la frase estelar, la mentira más grande. "¡Te juro que no va a volver a suceder!"

   -¿Por qué? ¿Por qué lo creíste? ¿Por qué permitiste? ¡Eras tan frágil! Tan confiada en que te decía la verdad. Tenías ya tan poca confianza en ti misma-  ¡En los que te rodeaban! Bajabas la cabeza y guardabas silencio para no empeorar las cosas. Estabas convencida de que los que decían "hay que aguantar" tenían razón. Que él tenía razón, en que sin él no tenías nada ni eras nadie. Pensabas en tus hijos y en como los ibas a sacar adelante, pensabas en el que dirán, en si te creerían.

   Pensabas en todo y todos pero no en lo más importante. No pensabas en ti, no pensabas en que lo que te estaba dañando a ti también dañaba a tus hijos, a tu familia, a tu entorno.

   Con los años una palabra se abría paso en tu mente, cada vez con más fuerza. ¡LIBERTAD! Cada día estabas más harta de tu “vida”, si se le podía llamar así.

    Al fin lo decidiste, tenías que dejarlo y seguir sola. Pero no contaste con él, no contaste con lo que él pensaría, que pese a no estar juntos seguiría considerando que eras suya, como una propiedad más.

   No sabías que la libertad duraría tan poco, que en un segundo te quitaría la vida como si fuese su derecho.

   -No te quitó la vida por el alcohol o las drogas. ¡No! ¡Ni por enajenación! No te quitó la vida por despecho ni por amor, ni por que le perteneciese. “Te la quitó porque ya no te dominaba, ya no podía humillarte, ya no era el eje de tu mundo. Te la quitó porque tu fuerza era su fragilidad”.” Tu coraje era su desesperación”. ”Tu esperanza su desdicha”. “Tu supervivencia, era su fracaso.” Y tu muerte junto con la de (…) mujeres más, es el fracaso de la sociedad”.

   No te olvido, porque me das fuerza, para decirle al mundo que soy importante, soy fuerte, soy inteligente, y también soy mujer.
  
   P.D.- Allá donde estéis, sabed que seguimos luchando por que haya igualdad y respeto.


                                                                           Sofía Tojeiro Piñón

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